Autores
C. Gómez-Rodríguez, L. García-Quiñonez, J. A. Aguilar-Martínez, F. J. Vázquez-Rodríguez, D. Fernández-González, L. F. Verdeja, J. F. López-Perales, A. Castillo-Rodríguez, Edén Rodríguez
Leer más: https://doi.org/10.59335/nvyu9288
Acerca de esta investigación
Piensa en los científicos como chefs en una cocina. Pero en lugar de usar harina y azúcar, usan cosas como magnesia y nanopartículas. Las nanopartículas son partículas muy, muy pequeñas, ¡incluso más pequeñas que una célula!
En este estudio, los "chefs científicos" estaban tratando de hacer un tipo especial de material, llamado refractario de magnesia, aún mejor. Para hacer esto, añadieron nanopartículas de algo llamado alúmina (α-Al2O3) a la magnesia.
Para ver qué pasaba, calentaron su mezcla a diferentes temperaturas muy altas, como 1300°C, 1500°C y 1600°C. ¡Eso es más caliente que un volcán!
Después, examinaron su mezcla de muchas formas diferentes. Miraron cuánto pesaba (su densidad) y cuánto aire tenía atrapado (su porosidad) usando un método que inventó un tipo muy inteligente llamado Arquímedes hace miles de años. También observaron cómo se comportaba cuando se calentaba y cuán dura era. Incluso usaron una herramienta muy especial llamada microscopio electrónico para ver las nanopartículas y ver cómo se habían organizado.
Descubrieron que cuando calentaban la mezcla a temperaturas más altas, se volvía más densa y tenía menos aire atrapado. Pero cuando añadían más nanopartículas de alúmina, la mezcla se volvía un poco menos densa y menos dura. Sin embargo, las nanopartículas de alúmina ayudaban a formar una nueva estructura en la mezcla que la hacía más fuerte, especialmente cuando la calentaban a 1500°C.
Así que, gracias a sus experimentos, los "chefs científicos" pueden hacer un material que es aún más fuerte y mejor para usar en situaciones donde se necesitan materiales muy resistentes, ¡como en los hornos industriales!